Blasco Ibáñez es una llama poderosa que pasará su vida entre exilios, retornos apoteósicos, incluido la repatriación de su cadáver en 1933, cinco años después de fallecido en Menton (Francia), fundaciones de periódicos –El Pueblo, 1894- , revistas e incluso partidos políticos, como el PURA –Partido de Unión Republicana Autonomista- para encauzar sus inquietudes sociales, agrupadas todas ellas bajo el nombre genérico de Blasquismo y, claro está, una intensísima y frenética actividad literaria que lo encumbrará a la riqueza y a la fama más universal.
Nace Vicente Blasco Ibáñez en Valencia el 29 de enero de 1867.
Sus padres, originarios de Aragón, poseían un comercio en las inmediaciones del Mercado Central. Su hijo, Vicente, no seguiría sus pasos. Desde muy joven demuestra una inteligencia fuera de lo común por lo que su destino se halla orientado hacia los estudios. Cierto es que su extraordinaria vitalidad le empuja a que abandone, con más frecuencia de lo que debiera, las aulas y se dedique a recorrer los lugares más abiertos que rodean la ciudad. Mientras sus compañeros de bachillerato repasan lecciones, teoremas y leyes físicas, él prefiere asomarse a las playas o al puerto, a La Albufera o a las huertas de una feraz tierra por cuya posesión en ocasiones se derrama sangre y se establecen odios que se transmiten de generación en generación.
Su interés por lo que le rodea va proporcionándole al futuro novelista todo un compendio de sabiduría popular y un análisis profundo de las almas, con un conocimiento de las pasiones y de los sentimientos desde su misma raíz sin intermediarios que se lo expliquen en los libros o que se lo narren a distancia. Este absentismo escolar explica que las notas que obtiene Blasco Ibáñez en estos juveniles años, sin ser malas, no anticipen el gran genio que se está gestando.
Cuando, luego, frecuenta la Universidad como alumno de Derecho, participará en todas las revueltas estudiantiles. Lo mueve el ideal político de Pi i Margall que defiende un republicanismo de corte federal. Blasco Ibáñez es por entonces un joven volcánico que se inscribe en la masonería valenciana, escribe Fantasías, su primera obra, participa en unos Jocs Florals, ganándolos, e incluso funda y anima un periódico de corte federal titulado La Revolución que expresa más su propio estado de ánimo que cualquier otra cosa. Tan frenética actividad no le impide obtener, con tan sólo 21 años, la licenciatura en Derecho, aunque también es cierto que no ejercerá la abogacía, arrastrado por su pasión política y literaria.
Los años que seguirán contemplan a un Blasco Ibáñez igual de trepidante y activo que en su etapa juvenil. En 1890, a raíz de unas protestas en contra de la política de Cánovas del Castillo se ve forzado a abandonar España y se instala en París, donde conoce la corriente naturalista francesa que tanta influencia va a ejercer en su posterior obra literaria. Tras regresar a su ciudad natal al año siguiente, el escritor ocupará cargos políticos dentro de la corriente republicana valenciana y se casará con María Blasco.
Blasco Ibáñez es una llama poderosa que pasará su vida entre exilios, retornos apoteósicos, incluido la repatriación de su cadáver en 1933, cinco años después de fallecido en Menton (Francia), fundaciones de periódicos –El Pueblo, 1894- , revistas e incluso partidos políticos, como el PURA –Partido de Unión Republicana Autonomista- para encauzar sus inquietudes sociales, agrupadas todas ellas bajo el nombre genérico de Blasquismo y, claro está, una intensísima y frenética actividad literaria que lo encumbrará a la riqueza y a la fama más universal.
Nada, pues, más alejado de la realidad que imaginar a nuestro escritor como un ser solitario, alejado del mundo y displicente con la realidad política y social que lo envolvía. Su compromiso con el ideario republicano fue absoluto a nivel teórico y práctico.
No sólo empleaba la pluma para explicar sus puntos de vista, sino que era uno más, acaso el más aguerrido, a la hora de manifestarse y encabezar las protestas. Blasco Ibáñez era, sobre todo, un hombre de acción, de verbo fácil y arrebatado, dotado del don de mover masas y enarbolar ideales. Se declaró antimonárquico hasta las trancas, profesó un anticlericalismo radical y acendrado, y también es cierto que practicó un discurso populista que lo alejó de corrientes racionalistas y moderadas que enfocaban los problemas desde otros posicionamientos.
Su obra es fiel reflejo de su vida. Blasco Ibáñez tenía un estilo desmañado, impetuoso, casi abrupto. Sus personajes y sus historias nacían a impulsos de un pecho ardoroso como el suyo, de un corazón ardiente también como el suyo que palpitaba acompasado con el reloj del mundo que lo envolvía.
Así, sus primeras novelas son de corte regionalista, brotan de la misma tierra que ha visto nacer al novelista, forman parte del alma y de la esencia de las gentes que él ve a diario, con las que habla, cuyas risas y cuyas lágrimas le impresionan. Con esos materiales construye novelas como Flor de Mayo, La Barraca, Entre naranjos o Cañas y Barro. Por estas páginas pululan personajes con una gran carga de autenticidad, basados en hechos que el novelista ha leído en los periódicos o en sucesos que le han narrado las gentes del lugar. Trata temas que han convulsionado a la sociedad valenciana en algún momento y que han suscitado acaloradas discusiones en ateneos y sociedades culturales como Lo Rat Penat, a la cual pertenece el propio Blasco.
Una de las características en las obras de Blasco Ibáñez, es su innegable capacidad narrativa y la enérgica y contundente seguridad que exhibe en la descripción de sus personajes. A manotazo limpio mueve el barro con el que moldea sus caracteres, los dota de pasiones alimentadas por un fuego devorador de atávica procedencia y conduce la narración hasta donde los instintos más primitivos acaban por aflorar y se hacen dueños de la situación, una situación que, sin lugar a dudas, se le escapa al propio novelista. Es más, considerando la obra y la vida del autor se halla una simbiosis entre ambas realmente asombrosa.
Obsesionado con sus personajes, el escritor acaba siendo deglutido por éstos y se convierte sin remisión en uno de ellos. Es, muy bien la suya, una vida en medio de la tormenta. Por eso, su peripecia vital es una continua búsqueda, un movimiento eterno hacia la propia inmolación en aras de una vida orientada hacia la acción y hacia la aventura. Eso explicaría sus experimentos como político y activista republicano, su incursión en géneros literarios tan diversos como los cuentos, la novela social, psicológica, histórica, de guerra, de aventuras, de viaje…, su fallido intento de crear en Argentina una colonia de agricultores –Nueva Valencia- que acabó arruinándolo, su incursión en el mundo del cine, que le puso en las manos una inmensa fortuna y, en fin, su prolongado viaje alrededor del mundo, que plasmó luego en tres tomos.
OBRA DE BLASCO IBÁÑEZ: ETAPAS CREATIVAS
La producción literaria de Vicente Blasco Ibáñez puede agruparse en las siguientes etapas creativas: Obras folletinescas: Estas son obras de juventud, que más tarde repudiaría. La araña negra, ¡Viva la República!, Roméu el guerrillero, El conde Garci-Fernández, Fantasías (leyendas y tradiciones).
Novelas valencianas: Ambientadas en Valencia, son las más reconocidas.Arroz y tartana (1894), ambientada en la ciudad de Valencia; Flor de Mayo (1895), ambientada en la costa levantina; La barraca (1898), ambientada en la huerta valenciana; Entre naranjos (1900), ambientada en los naranjales de la Ribera; Cañas y barro (1902), ambientada en la Albufera; Sónnica la cortesana (1901), ambientada en en la antigüedad en la ciudad de Sagunto; y Cuentos valencianos (1893) y La Condenada (1896).
Novelas sociales: Ambientadas en diferentes ciudades españolas.La catedral (1903), ambientada en Toledo; El intruso (1904), ambientada en Bilbao; La bodega (1905), ambientada en Jerez; y La Horda (1905), ambientada en Madrid.
Novelas psicológicas: La maja desnuda (1906), Sangre y arena (1908), ambientada en Sevilla; Los muertos mandan (1909), ambientada en Mallorca; y Luna Benamor (1909).
Novelas americanas: Desarrolladas tras su experiencia colonizadora en la Argentina.Los argonautas (1914), sobre la emigración a Hispanoamérica; La tierra de todos (1922), sobre la colonización de aquellas tierras.
Novelas de la guerra: Inspiradas en su experiencia durante la Gran Guerra de 1914 Los cuatro jinetes de la Apocalipsis (1916), Mare nostrum (1918) y Los enemigos de la mujer (1919).
Novelas de exaltación histórica española: El Papa del mar (1925), A los pies de Venus (1926), En busca del Gran Kan (1928) y El caballero de la Virgen (1929).
Novelas de aventuras: El paraíso de las mujeres (1922), La reina Calafia (1923) y El fantasma de las salas de oro (1930).
Novelas cortas: El préstamo de la difunta (1921), Novelas de la Costa Azul (1927), Novelas de amor y de muerte (1928) y El adiós de Schubert.
Libros de viajes: Se trata de crónicas basadas en sus viajes.En el país del arte (1896), Oriente (1907), la Argentina y sus grandezas (1910) y La vuelta al mundo de un novelista (1925).
Otras de sus obras son: La Historia de la Guerra europea de 1914(escribió 3 de sus 9 volúmenes) y El militarismo mejicano (1921).OMG!